Rosario Central es la camiseta. Azul y amarilla, a rayas verticales, como dirían los viejos relatores de fútbol.

Rosario Central -o Central a secas- es está identificación simbólica, y es, para cada hincha, una suma de imágenes que ha incorporado a su vida para construir fantasías y sueños.

Es la palomita de Aldo Poy en el ya histórico 19 de diciembre de 1971, que sirvió para ganarle la semifinal a Newell´s, de antesala al primer título de campeón nacional, y que aún -cada 19 de diciembre- se sigue celebrando, al punto que se ha pedido su inclusión en el Libro de Records Guiness como el gol más festejado del mundo.

Y son las apiladas del «Chango´´ Gramajo para terminar metiéndose, insolentemente, con la pelota adentro del arco de Santoro o de Fenoy, para luego tomarla con la mano y ofrendarla a la hinchada.

Es cada uno de los casi cien golas de Mario Kempes, sin intenciones de dirimir cuál fue el mejor. Aunque puestos a elegir deba recordarse aquel bombazo a Constantino, el arquero de Colón; o el decisivo zurdazo para dejar a Newell´s afuera de la Copa Libertadores en abril del 74.

Rosario Central es, por supuesto, cada una de las vueltas olímpicas y los cuatro gritos de ¡Central campeón! en los torneos de la Asociación del Fútbol Argentino. La de ese 71, en cancha de Newell´s después del 2 a 1 a San Lorenzo; la del 73 a en River; la del 80 en el Chateau Carreras en Córdoba, y la del 87 en cancha de Temperley en el sur bonaerense.